viernes, 20 de marzo de 2015

La calidad de la educación exige superar el facilismo



EL NUEVO DIARIO
Rafael Lucio Gil IDEUCA | Opinión
La persona humana se construye a sí misma a lo largo de toda la vida, siendo la educación, en todas sus variantes, su eje dinamizador por excelencia.
Tal construcción no es fácil ni es operada por los demás. Por el contrario, requiere de un esfuerzo personal sólido, gradual, en el que se debe poner en juego la voluntad, disciplina y responsabilidad de quien aprende, siendo el aprendizaje una responsabilidad, ante todo, personal. Nadie aprende por otro, ni logra su desarrollo sin un esfuerzo sólido y sistemático, apalancado por su capacidad de reflexión, análisis y demás operaciones cognitivas, el concurso de un entorno educativo adecuado, y la interacción con otras personas de las que podemos aprender.
Varios factores contribuyen a que cada estudiante logre desplegar sus capacidades y desarrolle las competencias que necesita, pero también otros factores están interfiriendo en este esfuerzo, hasta el punto que el estudiantado piensa y actúa, dejándose secuestrar del facilismo, la falta de esfuerzo, la anomia y pérdida del sentido de responsabilidad personal.
En la influencia que tienen estos factores disuasores del esfuerzo y responsabilidad personal, reside la clave para comprender la pérdida de calidad de la educación, aun cuando se insista en un discurso de calidad educativa. Con facilidad se apuesta al logro de la calidad, sin poner ningún medio para que ella se concrete. Este discurso atractivo, pero demagógico, convive con el facilismo estudiantil y también del docente, que acaba siendo preso de la flojera de sus estudiantes. Tal situación, incluso, llega a invadir instituciones educativas enteras.
Este opera, cuando el estudiantado impone conductas complacientes ante una enseñanza pobre, demandando de directivos y docentes facilidades para aprobar sin estudiar, sin esforzarse, sin ejercitarse, simplemente repitiendo de memoria, mecánicamente lo enseñado. En respuesta, algunos docentes quedan presos del miedo y el temor, la complacencia, el “quedar bien”, sin capacidad de hacer frente e incidir en cambios motivacionales y actitudinales en sus estudiantes. En otros casos, se trata de dirigentes educacionales que, queriendo mostrar calidad con sus estadísticas, piden a los docentes que revisen las calificaciones, para acabar aprobando a todos sin aprendizaje alguno.
En contraste, si un docente se empeña en dar y demandar más y mejor enseñanza y aprendizaje hacia sus estudiantes, le es difícil resistir y hacer valer estándares de calidad, cuando la institución educativa carece de políticas de calidad coherentes como soporte efectivo.
Sobran ejemplos de esta epidemia de facilismo capaz de corroer cualquier proceso de búsqueda de calidad en la educación. Urge que las instituciones educativas de todos los niveles, hagan un alto en el camino para contrarrestarlo y superarlo. Algunos ejemplos:
1) Cuando se abren carreras en educación superior sin mayor control y seguimiento, en situaciones y condiciones precarias, en las que el estudiantado no podrá ejercitar sus conocimientos, otorgando títulos que desmerecen de la práctica profesional. Si los contenidos de enseñanza de un determinado nivel acaban siendo los de niveles precedentes, culminando el tránsito curricular sin las competencias correspondientes, 2) Se da cuando los docentes enseñan las temáticas de manera superficial, sin invertir el tiempo debido, ni ejercitarlos en la práctica con sentido de utilidad. 3) Al evaluar demandando la mera reproducción mecánica de conocimientos. 4) Cuando los estudiantes entregan o exponen trabajos colectivos, copiando y pegando, sin que el docente exija analizar y argumentar sus ideas, 5) Al improvisar nuevas carreras sin disponer del equipo docente capacitado, 6) Cuando se dice tener un currículum en competencias y, en la práctica, no se cumple con las condiciones básicas que su desarrollo exige.
Necesitamos como país plantearnos, con seriedad y exigencia, políticas educativas que se desplieguen en patrones exigentes de calidad en lo que se enseña, lo que se aprende y cómo se evalúa. Mientras no lo alcancemos, el logro de la calidad seguirá siendo un sueño.
01 de agosto de 2014

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