El Nuevo Diario
Rafael Lucio Gil IDEUCA | Opinión
A
la educación, en estas últimas décadas en que la tecnología ha tenido un
desarrollo exponencial, se le presentan grandes oportunidades para potenciar,
como nunca, la calidad de la enseñanza y del aprendizaje. Este desarrollo
vertiginoso de la tecnología ha alentado una revolución que prometió ser
cognitiva, pero que no ha pasado de ser más que una revolución informática.
Estas
promesas, en Nicaragua, aún quedan vedadas a la mayor parte de centros
educativos, a pesar de los esfuerzos que las instituciones educativas realizan.
Además, los centros privados, subvencionados y públicos que gozan de este
beneficio potencian escasamente capacidades en el personal docente, para que
utilicen la tecnología como medio potente para mejorar la calidad de la
enseñanza, asumiendo que los estudiantes, al utilizarla en solitario, mejorarán
su aprendizaje. El imaginario colectivo ha construido el mito, haciendo creer
que la tecnología, por sí misma, todo lo puede.
Como
consecuencia de ello, el país se encuentra frente a fenómenos que ameritan ser
estudiados a fondo, so pretexto de someternos a un doble fracaso: por una
parte, el de quienes ni siquiera pueden acceder a este recurso, y por otra, que
quienes acceden, lo hagan de forma insuficiente o inadecuada, quedando
sometidos a serios perjuicios en su aprendizaje e, incluso, en su salud moral,
psicológica y física.
Es
habitual que docentes soliciten a sus estudiantes "investigar en
internet", limitándose a recibir reportes en los que literalmente han
copiado cortando y pegando, sin generar en absoluto ningún procesamiento de la
información, analizando, sintetizando, criticando y superando lo que otros
autores han escrito. Este quietismo, pereza y secuestro descarado e ilegal de
ideas nos indica que el estudiantado prefiere la comodidad de lo dado, sin ni
siquiera atreverse a analizar y añadir algo propio a estos documentos.
Al
final, se alimenta la pereza mental, anulando poco a poco la capacidad de
aportar algo propio, un valor agregado a la información. Así es como se
alimenta, no al “homo sapiens”, sino al “homo videns”, que solo responde a
imágenes y no a ideas. Creo necesario que padres de familia, docentes,
funcionarios educativos e incluso jóvenes conscientes, todos juntos, hagamos un
frente común para derribar el mito y construir un imaginario tecnológico
realmente educativo.
Unido
a lo anterior convive un fenómeno silente y subterráneo, ya naturalizado por
parte de los padres de familia, directores y docentes. Los estudiantes
necesitan aprender a ser conscientes de la ecología de sus acciones con la
tecnología, en tanto fácilmente se desvían de sus fines.
Nicolás
Negroponte, uno de los mayores expertos en comunicación digital, reconoce que
este incremento de interconexiones entre los individuos hace que muchos de los
valores propios del Estado-Nación dejen paso a los de las comunidades
electrónicas. Estos medios nos transforman en espectadores y no en partícipes
de experiencias. Bajo la imagen de una computadora personal se crea el humano
masa, produciéndose a domicilio esta degradación de la individualidad y la
racionalidad.
Estos
electrodomésticos amables se han quitado la careta y han revelado que son los
más condicionantes del pensamiento: nos dicen qué hacer y qué pensar. Asimismo,
modifican radicalmente nuestro modo de pensar, transformándolo de analítico,
estructurado, secuencial y referencial, en genérico, vago, lento, perezoso y
global. Por ello, los estudiantes prefieren la simple explicación verbal y no
el análisis de la experiencia; es claro que la fatiga de leer no logre competir
con la facilidad de simplemente mirar imágenes. En consecuencia, frete al
libro, la tecnología es más amable al “darnos muy poco trabajo.”
En
este sentido Clifford Stoll, pionero de internet, tras treinta años de
dedicación al proyecto, se ha convertido en uno de los principales críticos
severos, “abogado del diablo”, llamado así por Bill Gates. Con él pensamos que
la educación es algo muy distinto y mucho más serio que la alfabetización
informática y la escuela, por lo que el futuro de la sociedad es demasiado
importante para ser confiado a los fanáticos de las nuevas tecnologías. Quizás
el principal inconveniente de la informatización en las escuelas, “es la
marginación de la realidad ‘física’ a favor de la ‘virtual’, y la reducción
drástica de los procesos de socialización, con las consecuencias éticas y
psicológicas correspondientes”. Por su parte, el uso dependiente del celular
está desarrollando síntomas como: “Intolerancia de la distancia, ilusión de
omnipotencia, control paranoico, exhibicionismo, pérdida del mundo circundante
y el interior, y pérdida de la libertad”.
El
uso indebido de esta tecnología tan frecuente en los más jóvenes, ante la
ignorancia o descuido de los padres de familia y educadores, les expone a
graves amenazas como: el ‘ciberbullying’, el ‘ciberacoso’, el ‘grooming’, la
pornografía infantil, la trata de personas, la pedofilia, el ‘sexting’, la
‘sextorsión’, el robo de identidad, entre otros. Lo peor de todo es que los
usuarios tampoco tienen conciencia de estos peligros, ni disponen de
estrategias para defenderse.
8
de agosto de 2014.
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