viernes, 20 de marzo de 2015

Acceso y retención escolar, desafíos complejos



30 de agosto de 2014 | 00:00:00
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni

 Rafael Lucio Gil
IDEUCA

La importancia que tiene la educación para el desarrollo de capacidades de las personas y su calidad de vida, ya es un consenso social clave. Este discurso, incorporado al imaginario colectivo, tiene ante sí enormes desafíos para perfilarse, de forma efectiva, en la práctica educativa. Y es que la educación de la persona humana, en sus dimensiones individual y social, representa el principal activo del país, como soporte esencial de su desarrollo humano.
Este convencimiento encuentra en su concreción, múltiples limitaciones y obstáculos, que dificultan el acceso y permanencia de estudiantes a la educación preescolar, primaria, secundaria, técnica y universitaria. Tales obstáculos surgen desde fuera de la escuela, pero también esta pudiera estar propiciando, desde su interior, nuevos obstáculos para el acceso y la permanencia escolar.
Son importantes los esfuerzos que la institución educativa realiza para avanzar cada día más en lograr ampliar la cobertura, acceso y permanencia. Aún así, los datos de matrícula y permanencia están decayendo. Existen algunas políticas al respecto, sin embargo, estas se enfrentan a fuertes obstáculos que merecen ser investigados a fondo, para lograr identificar las mejores estrategias que permitan escalarlos. Por una parte, obstáculos externos que, en las zonas rurales y más alejadas, parecen haber sido naturalizados: familias que no valoran la importancia de la educación o que advierten poca pertinencia en la educación que reciben sus hijos e hijas; algunos dirigentes intermedios, directores y docentes que claudican frente a estos obstáculos, y deciden la vía fácil de acomodarse a los hechos; empresarios-finqueros que están más interesados en el trabajo infantil rentable, que en que estos niños y niñas asistan a la escuela; familias que emigran internamente o al exterior, desconectándose fácilmente de la educación y dejando a sus hijos(as) a merced de otras personas; familias muy pobres que se ven impedidas de apoyar en lo básico para que sus hijos(as) asistan a clases; etc.
Lo cierto es que, el enorme tendido organizativo y político del que disponen las instituciones gubernamentales, aún con los esfuerzos que realizan, no logra articularse lo necesario para incentivar, acompañar y esclarecer a las familias la importancia de que sus hijos e hijas accedan a la educación que se ofrece. Si este potencial lograra sumar otras instituciones y organizaciones de la sociedad civil que se interesan y trabajan por la educación, seguramente los resultados en la captación y retención se incrementarían sustancialmente. Algunas experiencias de este consorcio por la educación, con participación de delegados, directores, docentes, padres de familia y líderes locales, muestran datos positivos al respecto.
Es evidente que el atractivo que posee la educación que ofrecemos, aún dista mucho de lo que los contextos rurales y geográficos más alejados necesitan. El currículum único para todo el país, si bien deja amplitud para que la escuela incorpore hasta un 30% de aportes procedentes de estos entornos, lo cierto es que no llena las expectativas ni se logra cumplir como debiera en las escuelas rurales y más alejadas. Por su parte, las instituciones públicas y privadas que atienden el desarrollo rural, aún permanecen dispersas, sin articular programas que asuman la educación como un eje central determinante de este desarrollo.
Algunas iniciativas que están surgiendo al respecto, se espera que aporten compromisos al consenso, convirtiendo la educación en eje central dinamizador de cualquier proceso de desarrollo. Unido a ello, es impostergable realizar una transformación curricular capaz de cambiar su énfasis urbano, situándose, de forma pertinente, en el espacio rural. Estos esfuerzos, aún pendientes, que conviertan la educación en factor vitalizador del desarrollo, demandan gran participación y movilización social. Sin las cuales cualquier intento unilateral, resultaría ineficiente.
La otra cara de la moneda la presentan los indicadores de retención en la educación primaria, particularmente en los tres primeros grados. Ocurre que, en el mejor de los casos en que las familias envían a sus hijos e hijas a la escuela, esta no llena sus expectativas y necesidades. En consecuencia, tal insuficiencia educativa interna se alía con los obstaculizadores externos, provocando abandono escolar. Estudiantes con mayor precariedad en su desarrollo, fácilmente se desmotivan; la falta de atención especial a la diversidad en la escuela, y las dificultades que presentan niños y niña repitentes o extraedad, provocan desánimo y frustración. Nuestra experiencia muestra que, aquellas escuelas que están reforzando la formación de sus directores, docentes y líderes de padres de familia, en este particular, están logrando mayores niveles de acceso, permanencia y promoción exitosa en sus estudiantes.
Urge una política específica que exija y apoye a los centros para que adopten estrategias especiales, que les faciliten captar niños y niñas que aún no se matriculan, y atender y reforzar la motivación de quienes presentan mayores dificultades en su aprendizaje, como fruto de la situación de pobreza y abandono en que viven. No atender con prestancia esta situación de repitencia y abandono, contribuye a que los niveles de analfabetismo se refuercen, y que sus futuras familias se conviertan en las mejores replicadoras del círculo vicioso de la pobreza. Aquí reside la principal fuente de analfabetismo que es necesario superar.

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