viernes, 20 de marzo de 2015

Juan B. Arríen, esperanza infinita



Rafael Lucio Gil IDEUCA | Opinión
elnuevodiario.com.ni - -

Nos ha dejado Juan Bautista, pero nos ha dejado un rico legado lleno de esperanza, fe y fuerza inquebrantable por la educación.
Transcurrimos con él en muchas horas de intercambio, reflexión crítica y prospectiva educativa. Experiencias, visiones y propuestas compartidas impregnadas de un profundo respeto y complementariedad de ideas. Más de 19 años conviviendo con sueños, metas cumplidas, aportes relevantes al país que no siempre supieron ser aceptados y concretados a favor de una educación de todos, para todos y con calidad.
Desde el año 1995, con el PREAL(Programa de Reforma Educativa para América Latina), supo sortear las contradicciones propias de una etapa educativa del país, empeñada en romper las páginas de la década anterior, eliminando todos sus saberes construidos. La lucha de ideas y razones no fue fácil, y se hizo acompañar de varios trabajos de investigación elaborados por todo el equipo, que forjaron propuestas de políticas educativas participativas, equitativas y enfocadas a una educación pública de calidad.
Los aires adversos y no receptivos que flotaban en la administración educativa del país, se empeñaron en disolverlas. Pero su estoicismo, fe inquebrantable y esperanza infinita, no se detuvieron. Impregnó al equipo de trabajo del PREAL, al inicio, transformado en el IDEUCA después, de coraje y decisión para brindar cursos de postgrado en políticas educativas, formación docente y transformación curricular, enriquecidos por los resultados de investigaciones que se realizaron, las que mostraban la temperatura, debilidades, vacíos y enfoques unilaterales y contrapuestos a los atributos del modelo educativo que se propugnaba. Pero nada de eso desanimó a Juan Bautista, por el contrario, iluminó al equipo con entusiasmo, para continuar pensando en nuevas formas de pensar y hacer educación.
Su esperanza en una educación diferente nunca se quebró, supo escarbar en lo que la educación ha venido haciendo, identificando y rescatando siempre, con gran generosidad, rasgos y visos que podrían alumbrar una educación con equidad, eficiencia y calidad.
Esta esperanza siempre vino empujada por una fe insobornable en que la educación, paradójicamente, fuera vista como la clave que abre las puertas al desarrollo humano sustentable, aunque su derrotero y dirección reales no fueran los esperados. Esta esperanza, no solo movilizó su visión de la educación, sino que dio sentido a su vida, toda ella de la educación, y más en los momentos más difíciles en que su enfermedad y la muerte de uno de sus hijos, se aliaron amenazando y reduciendo sus fuerzas, pero renaciendo de nuevo, si cabe, aún con más vigor.
Fue enamorado de la educación y de su sentido amplio y flexible (formal, no formal, Informal) y, desde ella, de la persona como centro de atención, reivindicando sus potencialidades y vitalizando desde el hecho educativo su infinito poder con enormes derechos a ser rescatados y desplegados, tanto en sus capacidades individuales, como en sus responsabilidades sociales y cívicas.
Pudimos percibir en él la fuente inagotable que residía en su vocación de entrega a los demás por la educación, más aún, cuando en sus relaciones con empresarios y hombres de negocios, debió muchas veces relevar el estatus de su profesión de educador, frente a visiones positivistas y economicistas que pretendía devaluar el rol de la profesión tan digna y altruista de educador.
Su fuerza de voluntad supo acrecentarla en las dificultades y obstáculos que encontró en el camino, así como el oro se pone a prueba en el crisol; ella le ayudó a luchar con tesón a favor de los pobres, de su desarrollo humano como personas sin discriminación alguna.
Nunca aceptó la mediocridad, particularmente cuando esta se mostraba como un obstáculo al desarrollo de proyectos educativos a favor de las escuelas más desheredadas de la historia, defendiendo con argumentos y gran pasión, las iniciativas que surgían de la reflexión y decisión del equipo del IDEUCA a favor de la innovación educativa, en búsqueda de la calidad.
Siempre su voz se alzó en contra de la "cultura del silencio" y en favor de la "cultura de la palabra". Los maestros y las maestras ocuparon siempre un lugar central en sus sueños, reflexiones y propuestas. Con él, como IDEUCA, forjamos rutas para su reconocimiento profesional justo, ubicando su formación y aprecia social como centros de gravedad de la tarea educativa.
Desde su participación central en inspirar el contenido y rutas de concreción del Plan Nacional de Educación 2001-2015 y, posteriormente en acompañar y asesorar el Foro Nacional de Educación (1004-2006), compartimos estos dos programas de acción y futuro que se complementaban entre sí dando amplio curso a una participación social amplia, cuyas propuestas llegarían a diluirse posteriormente en la burocracia y memoria de las administraciones educativas.
Pero nada detuvo su fe, amor y esperanza por una educación de calidad. Estamos comprometidos, como IDEUCA a proteger, cuidar, potenciar su memoria, con las virtudes que siempre le acompañaron en las difíciles rutas de la lucha, por hacer de la educación un punto de encuentro de toda la sociedad sin exclusión alguna.
22 de agosto de 2014

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