Rafael Lucio Gil/Ideuca
27-05-2015
Los procesos de globalización han movilizado las dinámicas de la
información y el conocimiento, mediados por la tecnología, las redes
sociales y medios de comunicación, a las que niños, niñas y jóvenes
tienen cada día mayor acceso.
Estos procesos están modificando e introduciendo intereses, nuevas
sensibilidades, conocimientos y modos de acceder al conocimiento y a la
realidad. A la par, también modifican códigos, formas de procesar
información, maneras cognitivas y emocionales diferentes de aprender, y
acceso a estrategias muy diferentes de enseñanza.
Los medios de comunicación, por su parte, no tienen la educación como
tema de prioridad, por lo que sus contenidos y mensajes no poseen
carácter formativo, a excepción de algunos programas educativos que el
Ministerio de Educación (Mined) desarrolla en el Canal 6, utilizando la
televisión, pero con un enfoque metodológico y didáctico abiertamente
tradicional. Como contraparte, nos ofrecen abundancia de programas
comerciales, propaganda y novelas, cargados de antivalores y
significados nada edificantes ni educativos para niños, niñas y
jóvenes.
Cada día más la educación va mucho más allá de la escuela. Ya la
escuela ha quedado superada, más aún cuando niños, niñas y jóvenes
acceden a canales culturales comunicacionales más actualizados,
aprendiendo nuevas formas de aprender nada interactivas, que de alguna
manera les acostumbran a recepcionar información de forma acrítica,
pasiva, sin que esta llegue a ser procesada ni convertida en
conocimiento; desarrollan, de esta forma, cierta parálisis cognitiva.
Estas compuertasinformativasy motivacionales de la tecnología, abren una
perspectiva que, aún en el ámbito de la educación escolar, su
currículum, modelos de formación docente y gestión, en modo alguno están
presentes.
Mientras los estudiantes, niños, niñas y jóvenes ya están ubicados en
una plataforma novedosa que está provocando cambios cognitivos y
emocionales impresionantes y códigos muy distintos a los tradicionales,
los docentes continúan encerrados en un mundo educativo cerrado,
endogámico, atrasado, imposibilitados por lo general de acceder a esta
misma información, limitados por las condiciones restrictivas de no
contar con el acceso necesario a la tecnología.
Además de que los docentes se sientan desplazados y atrasados frente a
estudiantes que poseen más recursos informativos actualizados, se
sentirán impedidos de utilizar las TIC para potenciar su enseñanza con
estrategias más efectivas, por dos razones: no tienen acceso a estos
medios, sus salarios no se lo permite, ni han sido preparados para poder
utilizarlos.
Así, mientras sus estudiantes llegan al aula con múltiples
informaciones y saberes nutridos por este acceso a la tecnología. Además
llegan cargados de un conjunto de códigos novedosos, significados
nuevos,aunque con formas de pensamiento acríticas, reproducidas por la
imposibilidad de interactuar con ideas cuando utilizan la tecnología y
los medios de comunicación.
Mientras estos estudiantes viven en un mundo nutrido por las redes
sociales y la tecnología, con nuevas formas de pensar que nada tienen
que ver con el desarrollo del pensamiento lógico, inductivo, deductivo,
crítico y autónomo, la atmósfera del aula, con el o la docente a la
cabeza, huele a pasado, retraso y rechazo a lo nuevo. Dos mundos que no
solo no coinciden, sino que su brecha de separación cada día se aleja
más.
Lo peor del caso es que, más que tomar conciencia autocrítica
directores, docentes, gestores y funcionarios educativos para comprender
este distanciamiento, ni siquiera llegan a comprender el fenómeno,
tergiversando las razones y protestas estudiantiles hacia el campo de la
indisciplina, desinterés y desmotivación del estudiantado. En
conclusión, dos mundos que hablan a la vez, como dos emisoras con
distintas longitudes de onda, sin comprensión alguna de ambas partes.
El país pierde, de esta manera, una oportunidad de primer orden para
vincular programas educativos actualizados ofrecidos por las TIC al
servicio de la escuela, estrechando lazos concretos entre el currículum
escolar y múltiples recursos, contenidos y propuestas de estos medios.
Es urgente que el aparato educativo, particularmente la educación
básica y media, se plantee en primer lugar con mucha responsabilidad, la
existencia y razones de esta enorme brecha que se ha abierto y se
profundiza entre dos lógicas: la de los estudiantes, frente a la de los
funcionarios, gestores y maestros de los centros escolares. Superar los
problemas de indisciplina y desinterés pasa por acercar estas lógicas.
No hacerlo a tiempo, anulará cualquier intento detransformar la
educación del país.
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