Participar
en la Educación, tarea de todos
Rafael
Lucio Gil IDEUCA
La
sociedad siempre ha expresado interés por participar en la educación. La
historia de nuestra educación se ha debatido entre la contradicción de la imposición
y la participación. Mientras en los años 80´ se abrieron múltiples canales de
participación, como por ejemplo la Gran Cruzada de Alfabetización, en la que
todo el pueblo participó, la década de los 90’ significó una ruptura con el
desborde anterior. A partir del 2000-2001 el Plan Nacional de Educación y en el
2005-2006 el Foro Nacional de Educación, se constituyeron en dos plataformas profundamente
relevantes, en las que representantes sociales, institucionales y sindicales
hicieron saber al país una propuesta
educativa altamente legitimada, que no hubiera sido posible sin el respaldo
social e institucional de amplios y diversos sectores sociales e
institucionales.
Si
bien la demanda de participación siempre ha estado latente, diversos factores
subjetivos han obstaculizado la participación, ubicando su punto de equilibrio
en la apertura que tengan las administraciones educativas, para comprender que
la educación es tarea de todos, y que si bien el Ministerio de Educación es el
inmediatamente responsable de su dirección y ejecución, no es posible que sólo
pueda realizar esta función estratégica, sin articular esfuerzos con las
instituciones públicas y privadas y los organismos de sociedad civil que pueden
aportar gran riqueza a la educación formal, como fruto de su experiencia de acompañamiento
a sectores sociales vulnerables que no han tenido acceso a la educación formal.
Estamos
convencidos que educación ocupa el lugar estratégico por excelencia para el
desarrollo del país, y es el mejor patrimonio con que cuenta la nación y la sociedad,
por cuanto en ella se prefigura y orienta la construcción de las personas como
seres humanos únicos, irrepetibles y críticos, pero también como seres
sociales, como ciudadanos con mirada renovada hacia lo que significa
reconstruir el país desde los valores y capacidades que aporte la educación. Es
la educación, por tanto, el centro de interés de toda la población, por lo que
requiere trascender visiones parciales y enriquecerlas con visiones compartidas
de toda la sociedad.
En
el mundo global son notables los esfuerzos y declaraciones al respecto. Las Cumbres
Mundiales de Educación y Declaraciones de Jefes de Estado resultan ampliamente
coincidentes, en tanto ven la educación como un punto de encuentro, un lugar de
concertación, y un espacio para hacer de la democracia participativa una
realidad. Las sociedades, en sus diversas manifestaciones, cada día más han
adoptado la cultura de la participación democrática sin exclusión alguna, como
condición necesaria para avanzar en la transformación de su educación.
Ha
sido común en la historia educativa, que el diálogo y el debate tienda a realizarse
entre núcleos de personas que presentan el mismo sello político-ideológico. Pero
es de suponer que el país ha superado estos obstáculos, y que la apertura al
respecto pueda ser mayor aún que la que se dio en los procesos del Plan
Nacional de Educación y el Foro Nacional de Educación. Por ello es importante
apostar al debate sincero y amplio en la búsqueda de nuevas ideas educativas
que respondan a la realidad y desafíos educativos del país, con la mejor
disposición a concertar un proyecto educativo nacional.
La
educación tiene prisa, las demandas y proyectos para el desarrollo del país son
abundantes, y la brecha que se presentan entre la educación que tenemos y la
que el desarrollo del país demandaría es muy amplia.
A
estas alturas ya el país cuenta con un amplio acervo de experiencias de
participación social que han dado frutos importantes. Esta experiencia pone de manifiesto que, tanto
en cuanto nos atrevamos a encontrar puntos de equilibrio en un debate educativo
amplio, diverso, libre y sin temor alguno a disentir, pero con argumentos
asertivos y propositivos, las políticas educativas y su concreción en metas
efectivas, contarán con mayor apoyo, iniciativa y compromiso de parte de todos
los sectores, para aupar y relevar las transformaciones educativas, logrando
que las mismas tengan la sostenibilidad que el país necesita. Todos estamos
llamados y urgidos a hacer posible la educación que queremos y necesitamos como
país, por lo que participar en este proceso de concertación es un derecho y
también un deber ciudadano.
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