La Educación frente a sí misma y al Nuevo
Año
Rafael Lucio Gil IDEUCA
Los años no perdonan a nadie.
Tampoco a la Educación que tiene tanta prisa. El conocimiento discurre en
progresión geométrica, cada día, la tecnología plantea nuevos escenarios a la
niñez y juventud y, por supuesto, a la educación. La globalización ofrece
grandes y nuevas tareas, formas de pensar y de ver la realidad local y global,
con desafíos, peligros, posibilidades y oportunidades. El desarrollo del país
también tiene prisa, presenta avances, pero sobre todo, múltiples viejas y
nuevas demandas. Urge acortar la brecha entre desarrollo y educación, a pesar
de los esfuerzos hechos por las instituciones educativas.
Cada día más, el país, en sus
instituciones públicas, privadas y organizaciones sociales y empresariales,
tiene mayor conciencia de las posibilidades que ofrece una educación de
calidad, y la urgencia de plantearnos con transparencia, honestidad y responsabilidad,
la realización de una profunda transformación educativa, sistémica, no
coyuntural ni fracturada.
Todo hace indicar, que al menos existe una condiciones facilitadoras: coincidencia en que el país y su desarrollo, se merecen cambios profundos. Pero, mientras la reforma es parcial, limitada, la transformación aporta cambios revolucionarios, penetra y desentraña las raíces que nutren los resultados educativos actuales, en todos sus componentes, ramificaciones y vasos comunicantes. Mal haríamos en modificar los resultados, basándonos en sus manifestaciones explícitas, omitiendo ir al fondo de sus raíces causales que los producen. Al dimensionar los efectos de un iceberg, no basta modificar sólo el diez por ciento del hielo que aflora, sin examinar el noventa por ciento subterráneo, invisible.
Todo hace indicar, que al menos existe una condiciones facilitadoras: coincidencia en que el país y su desarrollo, se merecen cambios profundos. Pero, mientras la reforma es parcial, limitada, la transformación aporta cambios revolucionarios, penetra y desentraña las raíces que nutren los resultados educativos actuales, en todos sus componentes, ramificaciones y vasos comunicantes. Mal haríamos en modificar los resultados, basándonos en sus manifestaciones explícitas, omitiendo ir al fondo de sus raíces causales que los producen. Al dimensionar los efectos de un iceberg, no basta modificar sólo el diez por ciento del hielo que aflora, sin examinar el noventa por ciento subterráneo, invisible.
Sólo falta tomar decisiones valientes,
sostenibles y responsables, al respecto, por parte de las instituciones del Estado,
principal responsable de la educación, que respondan a procesos de concertación
educativa. Concertar nudos críticos para actuar sobre ellos, con unidad en la
diversidad. Los resultados serán sostenibles y democráticamente alcanzables, en
tanto esta dinámica participativa posibilite convocar a todas las instituciones
públicas y privadas y organizaciones sociales y comunitarias, a aportar
visiones, opciones y nuevos caminos y rutas para transitar, en la búsqueda de
una educación, en la que todos se sientan representados, aportando compromisos
y responsabilidad en la construcción del nuevo futuro. Ha de ser la educación
el punto de encuentro de toda la sociedad sin distingo alguno.
Mal haríamos en pretender una
reforma educativa que no parte de una intensa labor de concertación e
investigación. El país, en su historia, ha emprendido reformas que, en su base,
no contaban con datos investigativos, resultando improvisaciones e ineficiencia
(“cambios para no cambiar”). Repetiríamos viejas historias, si un sector pretendiera
imponer una Reforma, olvidando que, una condición de su sostenibilidad es, el
apego a la conjunción de voluntades, desde una perspectiva de “unidad en la
diversidad”. En el año 1999 al 2001 la educación pudo romper con una década de
imposiciones, acuerpando la construcción del Plan Nacional de Educación, cuya
incidencia ha calado, aunque no lo necesario. Del 2004 al 2006, el país se
dispuso a orquestar un Foro Nacional de Educación, de amplio espectro
participativo, aportando una propuesta que debió ser retomada por las
instituciones educativas.
La principal tentación al pensar
estos procesos de cambio, es abordarlos sin perspectiva sistémica. Es importante
considerar que, cualquier cambio en un componente educativo, interactuará con
otros componentes con sinergias, produciendo efectos no esperados. Por ello, la
perspectiva de sistema ayudará, en gran manera, a lograr visionar la educación
en todos sus componentes, sin despreciar ninguno, entendiendo, además, que la
educación apenas es un subsistema de otros sistemas mayores con los que también
interactúa. Haber obviado esto, ha convertido a la educación en un fenómeno
solitario, limitado a la escuela y a una escuela encerrada; desprendido de sus
articulaciones sociales, económicas, culturales, ambientales, etc. Esta mirada
amplia, sistémica, integral, abonará a una educación conectada con los demás
subsistemas, articulada con ellos, con vasos comunicantes de ida y vuelta que
la enriquecen, a la vez que su sabia también vivifica los procesos de
construcción social, cultural, económicos, etc. Las visiones tecnicistas,
simplistas, unidisciplinares y pedagogicistas, han encerrado a la educación en
sí misma, reduciéndola a la escuela, empobreciéndola, aislándola, negando, así,
las potencialidades que ella debe desplegar en formar Comunidades de
Aprendizaje, superando el concepto tradicional de Comunidad Educativa.
Son claros los nudos críticos que
nos aquejan y que deberían constituirse en fuente de análisis para concertar
prioridades educativas. A título de ejemplos, que puedan ayudar a generar el
debate, solo mencionamos algunos de ellos brevemente. En otros artículos
podremos desarrollar cada uno de ellos: a) Educación de todos, con todos y para
todos, b)Perspectiva Humana y Ética de la Educación, c) Educación como sistema,
d) Equidad más allá de la cobertura: equidad interna, retención, repetición, abandono
escolar, e) Educación Rural, f) Calidad de la Educación, g) Profesión y
Formación Docente, h) Currículum situado en contexto con orientación
técnico-laboral, i) Legislación Educativa, j) Enseñar-Aprender-Evaluar.
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