Por Rafael Lucio Gil * |
Opinión
La preocupación más reiterada de la sociedad es la urgencia de mejorar
la calidad educativa. Esta calidad, definitiva, deberá expresarse en
aprendizajes construidos con significado.
El modelo psicopedagógico conductista ha sido superado por el modelo
cognitivista en el plano teórico, pero resiste a morir en la práctica, por su
arraigo y resistencia al cambio. Es clara la contradicción existente entre el
currículum prescrito y la práctica del aula.
Hablar de calidad es lograr aprendizajes de calidad, construidos con significado
y comprensión. El constructivismo, retomando la psicología cognitivista y las
ciencias neurológicas, es el modelo pedagógico que mejor explica los procesos
mentales para aprender comprendiendo con significado.
Desde esta perspectiva, quien aprende se enfrenta activa y
selectivamente al objeto de conocimiento; requiere de actividad mental intensa,
no de simple receptividad. Tal actividad demanda que el sujeto seleccione qué
aprenderá.
El proceso de aprendizaje y sus resultados dependerán de los
conocimientos, concepciones y experiencias previas de quien aprende, y de que
sean tomados en cuenta por quien enseña. Ello explica que el maestro deba
conocer las ideas previas, lógicas, prejuicios, mitos, intereses y motivaciones
del estudiante, puntos de partida para enseñar y aprender. No hacerlo,
deteriorará profundamente el aprendizaje.
Los aprendizajes serán significativos, si quien aprende estructura y
organiza el nuevo conocimiento de acuerdo a sus saberes previos –condición
necesaria para construir conocimientos–. Por ello, lograr conectar con estas
lógicas previas, por lo general alejadas del saber científico, será clave para
motivar a nuevos aprendizajes. Estas lógicas previas son profundamente
resistentes a la enseñanza, lo que explica que, gran parte de lo que se enseña,
sea almacenado en la memoria de corto plazo, sin comprensión ni significado,
olvidándose fácilmente. El desafío es aún mayor: tales lógicas no científicas
servirán de filtro, al punto que quien aprende decide qué aceptará o rechazará.
En este complejo trayecto del aprendizaje, el sujeto construye
progresivamente nuevas estructuras mentales de mayor complejidad y nivel
superior, siempre partiendo de las estructuras anteriores menos desarrolladas.
Estos modelos teóricos que construye quien aprende para comprender la realidad,
los irá ampliando y complejizando más; en tanto el docente se apoye en procesos
didácticos que reten al estudiante a formular y contrastar hipótesis, tal como
los científicos construyen conocimientos.
Estos modelos construidos, desarrollan nuevas estructuras mentales, en
la medida que constatan insuficiencias en las estructuras anteriores. Los
mismos serán rechazados, si identifican deficiencias explicativas en
determinados fenómenos. Tales modelos mejoran los anteriores, pero sin
rechazarlos completamente.
Vemos que aprender, es el resultado de gran actividad cognitiva que
realiza quien aprende. A su vez, quien aprende y es constructor de su
aprendizaje estará condicionado por variables internas y externas. Así, el
clima de receptividad y afectividad que exista, y el grado de importancia y
utilidad que perciba, serán los mejores facilitadores u obstaculizadores de
este aprendizaje significativo.
Nuestra educación requiere dar saltos considerables en su calidad, que
deberán expresarse en aprendizajes construidos con significado, comprensión y
utilidad. La gran apuesta del desarrollo del país.
4 de abril de 2014
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