jueves, 24 de abril de 2014

Transformar la Educación, tarea de toda la sociedad




                                                   
Rafael Lucio Gil  Ph. D.   
IDEUCA
En las últimas décadas, las Cumbres Mundiales de Educación han reconocido que la transformación de la educación de los países, para ser pertinente con los intereses de la sociedad, debe contar con aportes de todos los sectores sin distingo alguno.
Tal lógica encuentra sus raíces en el derecho natural que tiene todo ciudadano y ciudadana, a recibir una educación gratuita, pertinente, equitativa, eficiente y de calidad.
Ha de ser la educación el punto de encuentro de toda la sociedad, en todos los procesos que ella demanda. Y si bien es cierto que el Estado tiene la obligación de rectorear y garantizar el cumplimiento fiel de este derecho, también lo es que está llamado a convocar a toda la sociedad en la consulta, planificación, organización, realización y evaluación de la educación, de manera particular, en momentos como este ante una transformación educativa. No hacerlo así conlleva a “realizar ciertos cambios, para no cambiar nada”.
Esta participación diversa aportará gran riqueza y originalidad a la educación, legitimando su filosofía, contenidos, métodos y valores. Ello demandará de todas las partes, actitudes positivas que contribuyan a generar confianza e intercambios fructíferos.
En tanto se abran procesos, por parte del Estado, debidamente planificados y organizados, que posibiliten amplios y diversos espacios de reflexión, intercambio y formulación de propuestas, nos enriqueceremos todos: la educación podrá identificarse y situarse mucho más en los contextos complejos y difíciles en que se mueve la población, especialmente los más pobres; los funcionarios del Estado recibirán una corriente sinérgica purificadora y muy saludable, presidida por demandas oportunas y urgentes, siendo alentados a fortalecer ampliamente su compromiso, flexibilidad, responsabilidad y mirada de largo aliento en el cumplimiento pertinente de este derecho; y la sociedad (padres de familia, instituciones públicas y privadas, organizaciones y movimientos sociales) saldrá fortalecida de esta reflexión y aportes, comprometiéndose con una educación, en la que se sienta sujeto principal y no un mero objeto destinatario.
Las actitudes de la sociedad civil, en su variedad de formatos, deberán superar la protesta para avanzar a formular propuestas, aportando argumentos que contribuyan a una sana, integral y sistémica educación para todos y todas;  crearán un clima de sinceridad y confianza, motivados únicamente por el bien del país y de su educación, más allá de los intereses político partidarios de cada quien. Han sido estos intereses partidarios, los que han  venido interponiéndose, impidiendo una transformación educativa comprometida con la calidad.
Los docentes tienen muchísimo que aportar, son los primeros que sienten en carne propia las debilidades de la educación y tienen derecho a decir su palabra. Los padres y madres de familia, en tanto se les ayude a reflexionar críticamente sobre su rol de educadores y el impacto que deben tener en la educación de sus hijos, con mirada de desarrollo humano, se constituirán en los principales demandantes y aportantes de una educación pertinente que ofrezca resultados efectivos para que sus hijos e hijas se inserten laboralmente y puedan continuar formándose.

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