lunes, 24 de marzo de 2014

LAS ESCUELAS NORMALES, NICHO ECOLÓGICO DE LA CALIDAD EDUCATIVA



                                                                                                                             Rafael Lucio Gil    IDEUCA
La formación docente del nivel primario tiene cada vez mayor relevancia, como nicho dinamizador de la calidad educativa. Por ello en la región esta formación ha sido elevada al nivel de educación superior. En Nicaragua, la tradición ha heredado las Escuelas Normales públicas, que ofrecen la titulación básica a docentes habilitándoles para ejercer en educación primaria.
En la década de los años 90, tras una evaluación rápida y cuestionable, el Ministerio de Educación redujo su número a la mitad (8). Ello buscaba ahorrar recursos destinados a este programa, reduciendo sensiblemente la titulación de maestros que el país necesita.
A partir del 2008, la Comisión del Sistema de Formación formada por el MINED, con amplia representación institucional y social, realizó un diagnóstico nacional de la formación docente, y formuló una propuesta, entregada al ministro de educación Profesor Miguel de Castilla. Esta proponía políticas de formación docente, transformación de las Escuelas Normales en Institutos Superiores vinculadas a las Facultades de Educación; un perfil docente renovado, y nuevo currículo de formación. Aunque constituyó una propuesta audaz, innovadora y actualizada de transformación integral de la formación, no fue implementada.
Estos centros de formación han logrado avances en los últimos años. Varios formadores con nivel de maestría, currículos de formación mejorados entre 2009 y 2011; sistema de ingreso con tercer año o quinto año de bachillerato, paso importante respecto al sexto grado que se requería antes. También profesionalizan maestros empíricos de primaria y preescolar.
Constituyen el nicho ecológico más apropiado para incidir en mejorar la calidad de la educación básica. En tanto irradien calidad, cruzando sus muros, insertándose en los contextos complejos en que trabajan los maestros que preparan, recibirán el oxígeno requerido para mejorar la calidad de la formación que proporcionan. Debe ser la escuela normal centro de irradiación de nuevos métodos de enseñanza, profundización en el conocimiento a enseñar y, particularmente, de un modelaje de valores y compromisos con la educación y su transformación constante.
Ello exige un diálogo permanente entre los formadores con los centros educativos, reflexionando críticamente sobre sus resultados, incorporando nuevos saberes construidos por maestros en su práctica en contextos difíciles. En tanto los problemas prácticos que viven los centros educativos sirvan para problematizar la formación que proporcionan; si la formación se nutriera de la teoría y reflexión surgidas de la experiencia práctica, la formación logrará impactar de forma más efectiva en el centro educativo. Esta es la ruta de su calidad: de la acción práctica a la reflexión teórica sobre esta acción, regresando nuevamente a la práctica con la fortaleza de un saber debidamente situado.
El mejor termómetro que tienen estos centros para evaluar la calidad de su formación, reside en la calidad del desempeño del estudiantado de primaria, producto de la actividad educadora de sus maestros. La baja calidad de la educación primaria, radica en las deficiencias de los maestros en su formación.
Las escuelas normales necesitan realizar transformaciones profundas. En ellas radica la posibilidad de mejorar, de raíz, la calidad de la educación. Necesitan convertirse en centros  de referencia, irradiadores de calidad, inteligentes, cuestionadores críticos de su quehacer, para trazarse las exigentes rutas de la calidad. A continuación, algunas pistas para lograrlo:
-Cada centro de formación requiere realizar un diagnóstico de su desempeño, superando la tentación histórica de rehuir toda crítica. Este diagnóstico debería incorporar, además, un balance objetivo de la calidad del desempeño de los maestros egresados.
-Realizar profundas transformaciones en el currículo. Se necesita fortalecer los contenidos y no sólo su didáctica, con competencias mejor ajustadas; incluir nuevas sensibilidades educativas ausentes. Resultados investigativos y experienciales muestran grandes debilidades en maestros de primaria, que no dominan contenidos básicos que deben enseñar. Es importante que desplieguen nuevas acciones formadoras, pero lo es aún más que éstas sean de calidad.
-Nivelar con cursos especiales a jóvenes que ingresan con aprendizajes precarios obtenidos en el bachillerato.
-Mejorar los criterios de selección de candidatos a la formación docente. De manera particular, mejorar los criterios para seleccionar jóvenes integrantes de brigadas especiales de maestros.
-Difundir en los medios de comunicación la importancia que tiene para el país la profesión docente. Llamar la atención al país para concertar acciones que propicien un reconocimiento justo para la profesión docente.
-Diversificar las salidas de especialización, de manera particular, para la educación inicial y el multigrado.
-Asumir los TEPCE´s de los formadores como espacio privilegiado de una profunda reflexión crítica de la práctica, con temas innovadores de debate, espacio de interpelación de la formación que brindan, frente a los resultados del aprendizaje en la primaria.
-Revisar la efectividad de los niveles de preparación y vocación de los formadores, de manera que los formadores posean una vocación especial y sean personas de una calidad integral.

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