martes, 13 de diciembre de 2016

Cambios e innovaciones claves en la Educación Técnica y Formación Profesional

Rafael Lucio Gil Ph. D.
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Cunde cada día más el convencimiento, de que la Educación Técnica y Formación Profesional (ETFP) es clave para construir el futuro de desarrollo humano del país. Desarrollo centrado en las personas, que no sacrifique sus derechos.

El Programa “Aprendo y Emprendo” financiado por Usaid, a través de la creación de su Red Nacional para la Educación Técnica y la Formación Profesional (ETFP), Renet, viene aportando a la modificación de la cultura nacional instalada que no valora esta prioridad.
Numerosas Conferencias Mundiales de la UNESCO han proclamado la importancia de la ETFP.

Ya en 1989, la 12va Conferencia confirmaba el énfasis y relevancia de la misma para el desarrollo social. La V Confitea, realizada en Hamburgo en 1997 y la VI Confitea realizada en el 2009, confirmaban su importancia, la necesidad de prestigiarla, superar la separación entre teoría y práctica, y vincularla estrechamente al trabajo.

Esta modalidad de educación-formación, en el marco de la globalización,  requiere realizar cambios relevantes, para responder a los grandes avances del mundo moderno, de las empresas, de los entornos laborales, de la tecnología, de la economía y de la sociedad misma.

Algunas de los principales atributos de la ETFP que requiere Nicaragua, con base en acuerdos mundiales y demandas del contexto, son los siguientes: Se trata de una educación y formación que debe ser cada vez más flexible, abierta y centrada en las necesidades del estudiantado; enfocada en desarrollar conocimientos, capacidades, habilidades y valores; orientada al mundo laboral y a la vida,

Que sea fuente de provecho para cada persona, la sociedad y la economía del país. Una formación dirigida a desarrollar en la persona capacidad para gestionar conocimientos y aprendizajes por su cuenta; fortalecer dinámicas articuladas entre entidades públicas, privadas, empresas, comunidades y organismos no gubernamentales; con énfasis en una base cultural firme, formación inicial sólida, y que prepare para aprender a aprender y  a emprender. Una formación que proporcione información, desarrolle conocimientos, competencias, capacidades empresariales y, que ante todo,  forme la personalidad y en valores.

En las últimas décadas, los enfoques de la ETFP han evolucionado significativamente. En América Latina se perciben varias tendencias. Su razón fundamental son las nuevas demandas planteadas a la ETFP. Por ello, desde el nuevo referencial que preside estos profundos cambios, se habla más de una educación  para todos y continua, más que una educación en etapas; y ello, como condición indispensable para que la ETFP tenga fruto. Este nuevo direccionamiento está ocasionando la desadaptación de la ETFP tradicional del país con respecto a las dinámicas laborales aceleradas. Por ello, se reclama la convergencia sistemática y dinámica entre la demanda laboral y la ETFP. A esta dinámica rápida contribuyen, el desarrollo y la innovación tecnológica, lo que está provocando una auténtica revolución en la organización  laboral y la gestión del talento humano, derivando nuevos perfiles de ETFP.

Otra tendencia relevante es la “humanización” de la ETFP, con su énfasis antropológico centrado en la persona, con perspectiva incluyente, y una educación capaz de transitar de la escuela al trabajo, con una formación más centrada en el trabajo. Ello desafía los currículos, la pedagogía y didácticas específicas de enseñanza, con un rol docente muy diferente al actual. Se trata de lograr un desarrollo permanente de capacidades de la persona en procesos continuos. Un aditivo estratégico e innovador es la demanda de una formación con amplia base cultural, aptitudes básicas y capacidades cognitivas personales y sociales. Un currículo que demanda profundos cambios en los contenidos y prácticas, con una pedagogía y didácticas específicas capaces de movilizar las capacidades para sumir la formación. Incorporando nuevas tecnologías de enseñanza, para lo cual el país merece superar la amplia brecha digital existente.

Ello reclama una nueva institucionalidad y Proyectos Pedagógicos Institucionales, con  sostenidas y efectiva articulación con la empresa, Gobierno, comunidades, academia y organismos de la sociedad civil. Y todo ello, asistido por cambios profundos en la administración burocrática, nuevas leyes de apoyo, un presupuesto nacional que posibilite la ETFP como derecho, una gestión innovadora y pasarelas que posibiliten transitar hacia la educación superior.

Debe ocupar lugar central la incorporación de los sectores tradicionalmente excluidos y empobrecidos, y la perspectiva de equidad de género. Esto no será posible, sin una concertación educativa nacional inclusiva, y un consorcio con medios de comunicación para transformar la cultura de desvalorización de la ETFP existente en la sociedad.

* IDEUCA,  Instituto de Educación UCA.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

De la fe en la educación, a su transformación profunda



Rafael Lucio Gil *
  • 18 Noviembre 2016  |
Todo el país, de alguna manera, es atravesado en sus poros por la educación. De buena o de mala calidad, abre o cierra la posibilidad de un desarrollo auténtico. La educación cruza el espectro cultural del país, su complejidad multiétnica y multicultural. 
La educación hace posible que cada nicaragüense se construya a sí mismo como persona. No para sí, sino para los demás. En relación e interacción con los demás. Esta doble dimensión hace que la persona no se agote en una perspectiva utilitarista ni funcional.
Todas las venas de la realidad nacional nos remiten a la educación, como un déficit o como factor clave, en relación con la familia, la sociedad, la vida política, el gobierno, el estado, la sociedad, en fin, todas las venas de la especificidad del país.
Aun siendo esto cierto, pareciera que el país no ha tomado conciencia práctica del poder de la educación. Ciertamente la invocamos y culpamos de todo lo que está pasando. En el discurso político, social y empresarial, con mucha razón se alude a la educación como salvadora del país, del desarrollo humano y los valores.  Es el imaginario social por excelencia. La fuerza todopoderosa que pareciera darnos confianza en el futuro. Esta proclama permanente en el discurso, ve en la educación la clave para resolver los problemas que nos aquejan como país. 
Pero a la vista la pregunta: ¿Por qué razón, aun cuando reconocemos su fuerza todopoderosa, en la práctica nada hacemos para transformarla, quedando como cómplices del “desarrollo del subdesarrollo”? Solo algunos ejemplos que evidencian esta grave contradicción:
Creemos que la educación no es un gasto a soportar sino la mejor inversión para el desarrollo personal y humano sostenible. Pero, mientras el desarrollo económico se ha incrementado significativamente, ¿cómo entender que el porcentaje del PIB de educación esté disminuyendo a menos del 3%? Aplaudimos que la educación sea un derecho humano, pero la matrícula real se deprime cada año, y no se cumplen los acuerdos internacionales pasados ni se toman en serio las metas 2030.
Abogamos por una educación que desarrolle capacidades de pensamiento, juicio crítico, autónomo, pero se enseña a repetir y obedecer, a recibir orientaciones, a no educarse en y para la libertad; ni se facilita la construcción de identidad, autonomía y ciudadanía. Las Pruebas Serce y Terce de Unesco, y de ingreso a la educación superior, reiteran resultados deficientes.
Todo habla de la urgencia de mejorar la preparación y reconocimiento del magisterio para mejorar la calidad educativa. En contraste, su salario no compensa la mitad de la canasta básica y sus programas de formación inicial, permanente y posgraduada carecen de calidad.
La sociedad sabe que la educación superior debe aportar profesionales e investigadores para el desarrollo; critica la creación sin control de centros que gradúan profesionales sin calidad ni empleabilidad, lo que se perpetúa en el tiempo, sin que las instituciones responsables busquen soluciones.
La sociedad reconoce que la educación debiera conformar un sistema articulado, un continuum, no islotes desarticulados en sí mismos y con el desarrollo del país; que debe ser descentralizada para fortalecer responsabilidades y toma de decisiones, cooperación e iniciativa de dirigentes y actores; que ello daría flexibilidad, fortaleza, unidad en la diversidad y sentido de pertinencia y pertenencia. Pero la educación real espera recibir decisiones y orientaciones del centro, castiga la iniciativa, la creatividad y diversidad de ideas y posturas; exige pensamiento único que politiza, no educa, enseña a obedecer y no a decidir con libertad.
Sabemos que los primeros grados son claves para que niños y niñas tenga éxito y calidad en su desempeño y promoción, venciendo el abandono escolar y secando la fuente del analfabetismo y la pobreza. En contraste se perpetúa la baja calidad docente, la pobre fluidez y comprensión lectora, amenazando, así, el fracaso escolar en la ruta educativa y profesional futura.
La sociedad reclama la importancia de los valores, la transparencia y responsabilidad gubernamental y ciudadana con la democracia, ante una educación infructuosa y postiza; y frente a un panorama electoral fruto de un proceso de graves disonancias en transparencia, valores  y cumplimiento de la ley. Ante esto, la formación en valores en la educación es estereotipada, formal, acuerpada por la complicidad de un currículum oculto negativo en la escuela, instituciones públicas y medios de comunicación. 
Pareciera que el país estuviera desarrollando una bipolaridad ética y cultural, viviendo dos mundos contradictorios, el del discurso y el la práctica. La fe en la educación que profesamos a diario nos convoca a todos a no retardar más un compromiso militante con la transformación de la educación. Nicaragua lo agradecerá.
PhD, Ideuca.

Las tensiones educativas del fin de curso académico 2016



Rafael Lucio Gil *
  • 26 Octubre 2016 
La educación nicaragüense, a lo largo del año, ha desplegado esfuerzos en su concreción curricular. Dirigentes y docentes han empeñado notables esfuerzos, desde el inicio del año. Todo para que el currículo de cada nivel se hiciera vida en el desarrollo de capacidades y competencias de sus estudiantes.
Las ciencias pedagógicas y las didácticas específicas lo explican con claridad. Se recoge lo que se siembra. La calidad de los aprendizajes está en razón directa de diferentes factores. Los métodos, técnicas y estrategias de enseñanza. Los niveles de motivación que se logren establecer. Las horas de clase y de estudio independiente. El material de estudio, el sistema de evaluación y las características del estudiante, etc.
Al finalizar el curso, se recogen los frutos de cada una de estas variables del aprendizaje. En tanto se hayan sostenido estos factores proactivos influyentes, se obtendrán resultados positivos.
Los resultados que podrían esperar estudiantes y padres de familia, serán gratificantes.
Hay tres factores dinamizadores claves en esta dinámica de enseñar y aprender. De una parte, la actitud, métodos, técnicas y estrategias que cada docente haya empleado. Mientras estas hayan sabido despertar motivación, esfuerzo y responsabilidad en sus estudiantes, la respuesta no se hará esperar. El estudiantado aprende cuando el docente, como artista y con empatía, pone a vibrar sus cuerdas motivacionales. Frente a este currículo oculto positivo, todos los demás factores disminuyen sus efectos negativos. Las investigaciones lo confirman, el modelaje del docente, su ejemplo de vida y actitudes de cercanía, su amabilidad llena de empatía y exigencia, se constituyen en claves fundamentales.
Pero cuando el ambiente psicosocial del centro educativo se vuelve ofensivo. Cuando se recarga de contradicciones y energías negativas. Cuando quienes dirigen no animan ni dinamizan, sino que recrudecen las contradicciones y desencuentros, sin apoyar ni reconocer los esfuerzos docentes. Si docentes y directores se ven envueltos en dinámicas no educativas, debiendo realizar labores políticas sábados y domingos. El descanso del duro trabajo se vuelve imposible.
Más en estos tiempos de elecciones. El estrés de directores y docentes afecta su labor de gestión de centro y aula. Queda su labor, así, presa de la anomia y de una enseñanza destinada a frustrar aprendizajes auténticos.
Los métodos y técnicas de enseñanza deben ser de naturaleza constructivista. Que ayuden a construir aprendizajes, no por la repetición, mecanización y copia. Que respondan a procesos de concertación y búsqueda cooperativa, a partir de actividades problematizadoras. Que partan de reconocer las ideas alternativas no científicas y saberes previos del estudiantado. Que logren transformarlas provocando conflictos sociocognitivos. Que logren, al fin, transformar lógicas no científicas en conocimientos científicos. Y todo ello, transversalizado por el fortalecimiento de las capacidades mentales. Que activan capacidades de análisis, síntesis, indagación, experimentación, pensamiento crítico y argumentativo, pensamiento creativo y divergente.
Pero frente a esta realidad deseable, campea otra real. La mentalidad efectivista del centro educativo está preocupada por cumplir. Cumplir orientaciones que, por lo general, distan mucho de objetivos educativos. Los tiempos de clase se reducen notablemente al mínimo. Casi siempre por demandas externas no educativas. Grupos de clase fuera del aula y del centro educativo. En tareas que distraen y no educan. Sus efectos al final del curso, serán evidentes.
Frente a los cortos tiempos de clase y mal aprovechados, la prisa por cumplir el programa. Los Tepces avivan el fuego de “cumplir” con el programa, pero “mentir” al aprendizaje. El profesorado siente prisa por cubrir contenidos de enseñanza. Obvia, así, los tiempos imprescindibles para analizar y debatir actividades de aprendizaje, que desarrollen competencias y capacidades.
Se suman las condiciones de estudio. El ambiente de las aulas contraviene normas ergonómicas básicas. Aulas repletas de estudiantes. Pupitres insuficientes o en mal estado. Docentes que deben gritar forzando la voz en ambientes ruidosos. Sin condiciones mínimas para ejercer con propiedad su labor. Mayoría de estudiantes sin textos. Estudiantes sin hábitos de estudio ni cumplir con tareas. Docentes que no revisan su cumplimiento.
Al final de este tortuoso camino, los resultados finales no podrán ser de calidad. Y, esto, en dos dimensiones. Por una parte, es dudoso que las buenas calificaciones respondan a aprendizajes de calidad, aunque los resultados estadísticos sean buenos. Por otra, es de esperar un alto porcentaje de estudiantes reprobados.
Algunos ponen su esperanza en el Reforzamiento Escolar e incluso en la promoción automática.
Esto se ha convertido en la solución fácil para aprobar y promover, también, sin calidad. Pues fracasaron con metodologías inadecuadas, y el reforzamiento escolar vuelve a repetir las mismas metodologías. El remedio se convierte en una salida fácil, pero de ninguna calidad. Al final, un engaño al estudiante, a la familia, al país.
Este panorama repetitivo cada año, clama por un cambio radical. Padres de familia no deben continuar siendo cómplices de estos resultados. Menos aún, que se continúen repitiendo, cada vez con mayor fuerza, los factores negativos que originan esta situación. La educación necesita una transformación radical, de fondo. A mayor tardanza en resolverlo, mayor fracaso le espera al país.
*Ph. D. Ideuca.

La Educación curriculo normado versus currículo oculto



Rafael Lucio Gil *
  • 11 Octubre 2016 
Toda educación formal se expresa en la filosofía que la orienta y contenidos de enseñanza a través de un currículo explícito. La educación inicial, básica y media, a cargo del Ministerio de Educación, cuenta con este currículo general, que acoge los diversos niveles y modalidades educativas, derivándose en competencias, contenidos y metodologías para cada una de ellas. Este mandato constituye el referente obligado de la acción educativa práctica que el personal docente debe ejercer en los centros educativos, aportando sentido y significado a la educación.
Dicho referente curricular no es autónomo, ha de estar conectado íntimamente al modelo de desarrollo de la sociedad nicaragüense, por la cual, las políticas educativas demandarán  articularse con las políticas sociales, ambientales, de salud, etc., solo así, se podrá concretar la incidencia necesaria entre educación y desarrollo.
Este currículo concretado por dirigentes y docentes, acaba siendo interpretado, desde un plano cognitivo, emocional y ético. Entran en acción, por tanto, el currículo oculto o implícito (contenidos y valores no escritos), y el currículo nulo (lo escrito, pero que no se cumple). Al respecto, la investigación científica curricular y sus didácticas, demuestra que la incidencia en los educandos de estos dos currículos llega a ser más determinante, incluso, que la del currículo normado.
Esto explica que la influencia de la educación escolar dependerá, y mucho, de la brecha que exista entre lo prescrito por el currículo oficial y lo que realmente se hace, o no se hace, en la práctica. Podemos entender, así, la poca o ninguna efectividad que tienen en la niñez y adolescencia, las actitudes y valores que mandata el currículo oficial. Algunos ejemplos  facilitan comprender esta paradoja educativa y curricular a la que el país debería prestar mayor atención:
-Mientras el discurso curricular oficial establece aprovechar al máximo los horarios escolares, la práctica se traduce en pérdidas de cuantiosas horas-clase por razones no educativas.
-Si bien, el discurso y documentos oficiales se refieren al rescate de la educación como derecho humano, el presupuesto que la asamblea destina a la educación viene disminuyendo hasta  menos del 3% del PIB, cuando debiera crecer gradualmente hacia el 6%. La paradoja es doble, por cuanto los datos nacionales hablan, también, de un Presupuesto de la República que ha venido creciendo significativamente, mostrando que el país está creciendo más del 4%.
-Es sabido que el personal que dirige la educación desde el nivel central, delegaciones y centros educativos, deben dedicar el tiempo debido a los temas educativos, sin embargo, las preocupaciones y ocupaciones reales, en la práctica, dan prioridad a temas y tareas alejadas de la educación.
-El discurso simbólico afirma que el personal docente ha recuperado un trato justo y recibe una formación pertinente y de calidad, sin embargo, es evidente que el magisterio vive en pobreza y proletarizado, con un salario que no cubre ni la mitad de la canasta básica, con formación precaria y eventos de formación enfáticos en aspectos políticos,  que le impiden proporcionar una educación de calidad.
-La administración afirma que se está logrando una educación de calidad en competencias, sin embargo, en general prevalecen en el centro educativo formatos y metodologías que priorizan la memorización y repetición mecánica de contenidos.
-Mientras el documento curricular mandata desarrollar el pensamiento crítico, en las aulas se prioriza el pensamiento único, la repetición de slogans y consignas, prohibiéndose otras miradas en formas de pensar y valorar la problemática social, política y económica.
-Los resultados estadísticos de los indicadores educativos reclaman transparencia para ser conocidos por la sociedad, sin embargo, no son accesibles a la ciudadanía, y algunos que se divulgan suelen estar sobrevalorados.
-El currículo  aporta un legado de valores muy reconocidos (el respeto, la solidaridad, la justicia, etc), pero tanto en la sociedad como en los centros educativos, se castiga el pensamiento político divergente y penaliza la solidaridad; mientras tanto, el centro educativo enseña valores copiándolos y memorizándolos.
-Por último, el centro educativo demanda ser un “espacio letrado” (todo en él promueva cultura y conocimiento), en cambio, todos los espacios áulicos y ambientales se atiborran de propaganda de un solo partido.
Nuestra educación demanda transformaciones profundas. Coherencia entre el currículo y la práctica del centro educativo, en valores y actitudes que promueva el Estado y sus instituciones fundamentales; y el respeto a los derechos humanos de todos los actores, a su libertad de pensamiento y derecho a decidir. Todo ello debe abonar a un currículo de una ciudad o comunidad educadora. Transformar los currículos educativos, sin esta coherencia del Estado y toda la sociedad con la práctica educativa, sería un trabajo postizo.
* Ph. D. IDEUCA.