miércoles, 7 de diciembre de 2016

El futuro del país demanda una Agenda Educativa de consenso



Rafael Lucio Gil *
  • 07 Septiembre 2016  |
Se ha repetido numerosas veces el lema: “La Educación es tarea de todos, con todos y para todos”. Las Cumbres Mundiales y documentos nacionales, como el Plan Nacional de Educación 2001-2015, el Foro Nacional de Educación (2004-2006) y la misma Ley General de Educación, lo han proclamado con toda claridad. 
Con el Plan Nacional de Educación 2001-2015, después de diez años de total censura a la participación independiente (1990-1999), se inauguró una nueva etapa participativa que auguraba nuevos aires a la educación; sin embargo, al no constituir este una política de Estado, sus objetivos y metas quedaron a merced del gusto y antojo de los ministros de turno, acabando en 2007 por borrar del mapa su gran legado orientador. El Foro Nacional de Educación, iniciado en 2004, abrió más ampliamente las compuertas de participación social e institucional, quedando sus propuestas, objetivos y estrategias totalmente obviadas tras las elecciones del 2006; únicamente se logró introducir con éxito la iniciativa de Ley General de Educación.
En esta última década, particularmente del 2007 al 2009, tres iniciativas del Mined, lideradas por el Ministro de Educación a cargo, inspiradas y apoyadas, no solo por la Administración Educativa, sino también por el amplio despliegue que tuvo la participación amplia de la sociedad civil. 
Fueron tres dinámicas sumamente ricas, que prometían una educación concertada con mirada de calidad: a) El proceso de la Consulta Popular del Currículum; b) La conformación y dinámica de 10 Comisiones Educativas Nacionales con amplia participación social; c) El proceso de consulta y elaboración de un Plan Decenal. Solo la primera dinámica logró desarrollarse; de la segunda, las propuestas fueron desoídas y obviadas; en el tercero, cuando ya la metodología había sido ampliamente debatida y los municipios se encontraban trabajando con gran motivación en dicho proceso, el Ministro recibió la orden superior de no continuarlo, sin explicación alguna. 
A partir de finales del 2009, con el cambio de administración en el mismo Gobierno, este florecer de propuestas sociales por la educación, fue completamente anulado y prohibido a todos los niveles del Mined.
A la par de esta dinámica frustrada, la historia de las últimas décadas, también ha dejado constancia de los esfuerzos que ha realizado un grupo de organismos de la sociedad civil interesados en la educación, al formular Agendas Abiertas concertadas, convocando a la sociedad entera y a la clase política a su debate y concertación. Desde las elecciones en los años 90, el Foro de Educación y Desarrollo Humano de la Iniciativa por Nicaragua, con apoyo especial del Instituto de Educación de la UCA, Ideuca, lideró esta saludable iniciativa. Ello posibilitó, incluso, que los partidos tuvieran la oportunidad de enriquecer sus planes de gobierno.
En la actualidad, el sentir de amplios sectores del país reclama participar en la educación y sus transformaciones. Organismos empresariales, docentes, padres y madres de familia, estudiantes, sindicatos, organizaciones, iglesias, movimientos sociales comprometidos con la educación, e instituciones universitarias, han expresado su interés por mejorar significativamente la calidad de la educación.
Este interés se ha profundizado, por cuanto centros e institutos de investigación y algunas universidades, han venido realizando investigaciones sobre la situación de la educación preescolar, básica y media. Sus resultados han proporcionado evidencias empíricas de la situación por la que atraviesa la educación, desprendiéndose recomendaciones de interés. 
Un ejemplo de investigación es el esfuerzo centroamericano llevado a cabo por las Universidades de la Compañía de Jesús en Centroamérica, en consorcio con la organización Fe y Alegría. En el Congreso de Educación de la UCA de San Salvador, cada país presentó recientemente sus resultados, y también lo hizo el Ideuca al exponer el Informe de Nicaragua en la Universidad Centroamericana (UCA).
Con base a estos y otros resultados de investigaciones, el Instituto de Educación de la UCA, Ideuca, Fe y Alegría y el Foro de Educación y Desarrollo Humano (que reúne a treinta organismos de sociedad civil), están emprendiendo la iniciativa de construir una Agenda Educativa Abierta, con aportes de distintos actores. Otros organismos se están sumando a esta iniciativa. Para conformar dicha Agenda, en primera instancia, ya se han realizado foros abiertos en diversos puntos del país (Managua, Matagalpa, Nueva Guinea, etc.), en los que se han recabado aportes de gran interés. A partir de ellos se elaborará la Propuesta de Agenda, con aquellos ejes de mayor consenso. Por último, la Agenda se presentará a partidos políticos, diversos actores sociales e institucionales y a la sociedad en general, apoyados en los medios de comunicación que quieran colaborar en este esfuerzo. 
Estamos seguros que solo una educación de calidad, producto de un contrato social amplio, podrá ser sostenible y apoyada en su proceso de transformación por toda la población. Si la sociedad entera, sin exclusión alguna, decide la educación que queremos, podremos augurar un futuro de desarrollo humano sostenible, en el que la educación de calidad sea factor de inclusión y superación de la pobreza y la desigualdad existentes, pasando de ser parte del problema, a ser la solución.
* Ideuca

martes, 23 de agosto de 2016

Del Currículo transformador normado, al real aplicado

Rafael Lucio Gil *
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El currículo de todo nivel educativo, responde a una contextura epistemológica, en tanto  encierra intenciones, enfoques, contenidos y métodos, que posibilitan la construcción de saberes. Aunque la teoría curricular plantea múltiples concepciones, un común denominador de ellas contempla, de forma explícita, la filosofía educativa, fines a alcanzar, principios, modelo educativo y la metodología de enseñanza correspondiente; además, presenta la organización y secuenciación de contenidos, competencias y métodos, además  de un listado ordenado de disciplinas (Plan de Estudios).
En contra de quienes únicamente lo restringen a una simple matriz de disciplinas organizadas, con tiempos delimitados que denominamos el Plan de Estudios, el Currículo es esto y mucho más, como se ha dicho. Esta filosofía, principios, prioridades que le rigen y modelo educativo de sustento, establecen relaciones con el modelo de desarrollo al que se aspira.
Es por ello, el currículo, un referente clave y normativo de todo proceso educativo formal, que orienta la actividad educadora, a la vez que presenta un conjunto de ejes transversales (enfoque de género, cultura de paz, medio ambiente, salud, por ejemplo), valores y aspiraciones. Para que represente a un país, un contexto social y económico determinado, debe  responder al interés social, y ser formulado con amplia participación de los sectores.
En tanto el mismo se inscribe en una realidad y es ampliamente consensuado, su grado de efectividad crece, al contrario de lo que ocurre cuando el currículo es impuesto con valores, cultura y principios hegemónicos no compartidos por toda la sociedad; ello originará tensiones y posiciones contra hegemónicas en la sociedad.
Cuando el mismo es dirigido y elaborado desde la lógica del poder económico, político y cultural de una sociedad empobrecida con desigualdad creciente, y amplios sectores sociales y culturales discriminados en oportunidades y agencia, no podremos esperar de la educación ningún efecto transformador, por cuanto responde funcionalmente a los intereses del poder.
Por el contrario, si el currículo se elabora desde posiciones compartidas y sus principios están rectoreados por posiciones críticas contra cualquier forma de poder y dominación hegemónica, es de esperar que contribuya a desarrollar pensamiento crítico, autonomía, pensamiento propio, compromiso con la justicia, libertad de pensamiento, y lucha contra toda forma de dominación y exclusión; vivencia de valores de convivencia y ciudadanía, respeto a las diferencias y compromiso con la transformación social. Lograrlo, pasa por amplia participación social informada, debate sin exclusión, dando voz a los más pobres y excluidos.
Si estamos de acuerdo en lograr profundas transformaciones que beneficien a todo el país, debemos descifrar la violencia simbólica de discursos y normativas poderosas, que diluyen la verdad con falacias, y obstruyen la ruta transformacional para recuperar derechos negados.
Negar derechos políticos sistemáticamente en un proceso electoral, a pensar distinto, contribuye a fortalecer un currículo educativo hegemónico, facilitador del pensamiento único, ajeno a la libertad de pensamiento y la lucha por rescatar el papel de la justicia en la sociedad.
Ingredientes del modelo curricular del cambio con justicia social, están recogidos en algunos currículos diseñados en el país, produciéndose la paradoja de “pérdida de sentido y significado”.
Esto sucede, cuando las intencionalidades filosóficas y principios, acaban reducidos al único referente que conocen y aplica el profesorado de todos los niveles: el Plan de Estudios y los Programas de Asignatura.
La tradición educativa acumula un disfraz perfecto que erosiona cualquier efecto pretendido por la filosofía y modelo educativo del currículo. El personal docente de cualquier subsistema educativo, solo conoce el Plan de Estudios -en el mejor de los casos- y el Programa de Asignatura que imparte. Gran parte de las instituciones educativas únicamente proporcionan a los docentes el Plan de Estudio y el Programa de Asignatura a su cargo, quedando lo más sustantivo que da significado y sentido al currículo, desconocido y sin aplicación.
El Plan de Estudios es un mero instrumento práctico, pero lo que le debe inspirar es la filosofía, modelo educativo, valores y principios curriculares, que permanecen invisibilizados y desconocidos por quienes los deben aplicar. Los Programas de Asignatura se han venido degradando, al ocultar su filosofía de sustento, los principios, el modelo educativo y los ejes transversales. Al final, la educación se reduce a la aplicación de currículos degradados, omitiendo todo aquello que da sentido y direccionalidad a la educación.
Por ello, no basta con optar por un currículo crítico, transformador, liberador, sino que lo que este plasme en su fundamentación filosófica, ética, axiológica, no se oculte ni quede desconocido al docente. Conocer a plenitud el currículo, para cualquier docente, es un deber y un derecho. Superar el eficientismo de “currículos de papel”, huecos y deteriorados, demanda superar el empobrecimiento de la educación, luchando para superar la costumbre que disuade todo intento de convertir el currículo en la principal fuerza transformadora de la sociedad.
* Ideuca.

miércoles, 17 de agosto de 2016

La Formación Técnica, pilar del desarrollo



Rafael Lucio Gil *

  • 02 Agosto 2016  |
La lógica del discurso de la Formación Técnica se viene apagando en el país, paradójicamente, cuando el desafío del desarrollo urge cada día más. Este silencio oficial y social, es altamente preocupante. Pensar en grande el desarrollo no será sino un engaño, mientras siga silenciada y tratada como “hija pobre”, la educación técnica.
Padres y madres de familia, adolescentes y jóvenes, continúan reafirmando en este tema, una representación social, mental y cultural muy resistente al cambio. Pareciera que el único camino y estatus se ubica en la educación superior, sin preguntarse por el ámbito ocupacional y el desarrollo necesario de la empleabilidad. Los medios de comunicación refuerzan esta cultura, y obvian publicitar la formación técnica. Todo hace pensar que la educación técnica no es parte de la agenda nacional.
La experiencia de muchos países que han avanzado significativamente en su desarrollo, resalta la opción de la formación técnico profesional, como su principal fuente de recursos humanos altamente preparados y estrechamente vinculados a las demandas del empleo. Su desarrollo en competencias humanísticas y técnicas, abona a su empleabilidad y éxito. Adicionalmente, la construcción de vasos comunicantes y pasarelas curriculares entre esta formación y la educación superior, la hace aún más atractiva. 
Nicaragua, en los últimos treinta años, ha realizado algunos esfuerzos con resultado sumamente endebles. La disputa de sentidos y significados ocurridos, han postrado avances posibles; la carencia de una Ley actualizada y pertinente y  un Presupuesto apropiado impiden avanzar. Los recursos y asesoría de países amigos, en décadas, han creado mayor confusión, abundando en modelos curriculares diversos no contextualizados. Empresas e instituciones estatales, en contraste, formulan demandas más pertinentes que no obtienen las respuestas requeridas. La globalización, por su parte, demanda al país exigencias a las que la débil preparación técnica no puede responder.
Esta baja calidad de la formación técnica depende de un profesorado empírico (el país no cuenta con ninguna institución especializada en formar docentes para esta modalidad).  La preparación es meramente instrumental, sin desarrollo de capacidades culturales, humanas y técnicas actualizadas. La capacitación demandada por empresarios, escapa a la formación integral, sin posibilidades de manejar la tecnología más moderna. 
Algunos programas como el de Aprendo y Emprendo (Usaid), focalizado en la Costa Atlántica, sale al paso de este gran vacío, en el ámbito privado, como una experiencia innovadora. Por otra parte las Cumbres Mundiales brindan lecciones relevantes, como fruto del camino ya recorrido por otros países, que aportan luces de interés. Todo hace pensar que el país necesita concertar una agenda nacional, con amplia participación social, institucional y empresarial, en favor de un programa de formación técnica sólido, bien articulado, y que abarque el universo educativo del país, con los recursos financieros necesarios, y currículos y metodologías de enseñanza aprendizaje de calidad.
En 1987 la Unesco celebró en Berlín, Alemania, el primer Congreso Internacional sobre Formación Técnica y Profesional, con el objetivo de consolidar el desarrollo y la mejora de la enseñanza técnica y profesional en los Estados Miembros. En noviembre de 1989, se reúne en París la Conferencia General de la Unesco Convención sobre la Enseñanza Técnica y Profesional. “Reconociendo que la enseñanza técnica y profesional responde al objetivo mundial del desarrollo de los individuos y las sociedades”. Así mismo que,” los Estados partes convienen en formular políticas, definir estrategias y poner en práctica, en función de sus necesidades y recursos, programas y planes de estudios de enseñanza técnica y profesional destinados a los jóvenes y a los adultos, en el marco de sus respectivos sistemas educativos, a fin de que puedan adquirir los conocimientos prácticos indispensables para el desarrollo económico y social y para la realización personal y cultural de cada individuo en la sociedad”. 
En el mes de abril de 1999 se celebró en Seúl, el Segundo Congreso Internacional, insistiendo de nuevo en los mismos tópicos. Del 1 al 4 de diciembre del 2009 se celebra en Belem, Brasil,  el CONFITEA VI con el lema: “Vivir y aprender para un futuro viable: El poder del aprendizaje de adultos”, promoviendo el derecho al trabajo y  a esta formación relacionada con el trabajo.
Por último, la XVIII Conferencia Iberoamericana de Educación celebrada en El Salvador el día 19 de mayo de 2008, concentra su interés en la urgente necesidad de ofrecer a los jóvenes y personas adultas, la formación profesional  que les facilite  el acceso al mercado laboral, con énfasis en el autoempleo. 
Los referentes están claros. El tema demanda una cultura diferente y decisiones valientes, coherentes y responsables. El país lo necesita y toda la ciudadanía lo merece. 
* Ideuca.

¿Educación transformadora o instrumental?



Rafael Lucio Gil *
  • 19 Julio 2016  |
Es de todos conocido, que la educación escolar debe responder a la filosofía y contenidos que presenta su currículo. Esta inspiración que orienta la esencia del quehacer educativo, demanda ser conocida por toda la población, principalmente por dirigentes, docentes, estudiantes y padres de familia. En la medida que el mismo no es concertado, su ubicación hegemónica estaría imponiendo una cultura, valores y formas de ver la sociedad desde una posición de poder y no de transformación.
La principal característica que poseen los currículos de enfoque técnico, desde la teoría curricular, es la invisibilización de los principios filosóficos que les mueven, precisamente por su carácter funcionalista con el modelo de desarrollo no inclusivo y promotor de desigualdades, al que tratan de proteger. De esta manera, sólo ubican su quehacer en un conjunto de contenidos, métodos y técnicas curriculares, ajenos a todo cuestionamiento de la situación de injusticia y distribución desigual de oportunidades. Se trata, por tanto, de un currículo instrumental, no transformador.
La realidad de nuestro currículo nacional se ubica, en su contenido y práctica, en este perfil, lo que vuelve su enfoque y contenidos funcionales al sistema socioeconómico y cultural, generador de desigualdades, al que debe servir instrumentalmente.
Desde una perspectiva de educación crítica, su filosofía debiera, desde la teoría crítica, direccionar la educación, dar desde una perspectiva intercultural, capaz de dialogar y concertar entre culturas, enriqueciéndose todas a partir de una sana relación de respeto e intercambio. 
Otro de sus mejores atributos se refiere al enfoque de transformación social, el que se hará posible en tanto la sociedad organizada y la clase política logren tener a la educación como el punto central de agenda de sus luchas e incidencia.
Pero no basta con dejar claro en la transformación curricular este enfoque y contenidos; lo más importante sería que el personal del Mined, funcionarios, dirigentes y docentes, a la par del estudiantado y padres de familia, tuvieran claridad de la importancia que tiene aplicar un currículum con sentido y significado críticos. 
Ello imprimiría a la educación un cambio radical de sentido, enfocada a educar en el pensamiento crítico y transformador, ubicando como tema de estudio en todas las disciplinas, la realidad social; problematizándola y evitando ocultar con sobreestimaciones políticas la realidad económica, social, cultural, de gobernabilidad, etc. Se trata de poner “polo a tierra” con los contenidos y competencias curriculares, situándolos en sus contextos reales.
Esta transformación reclama que el personal docente y el estudiantado estén preparados para incorporar y estudiar la realidad que vive el país, y desarrollar capacidades, competencias y compromisos cívicos de pensamiento y acción transformadores ante esta realidad. 
Mientras esto no ocurra, seremos todos responsables de mantener una educación funcional, instrumental, en la que lo importante es la repetición de eslóganes contradictorios de la educación. Seguirán siendo la actividad pedagógica y los programas y textos de estudio, los mejores replicadores políticos y los mayores obstaculizadores del desarrollo de capacidades y competencias orientados a la transformación social con equidad.
Este horizonte retador para la Nación demanda de todos, sin distingos de ninguna clase, plantearse con claridad y responsabilidad accionar una “revolución educativa”, capaz de sobrepasar intereses particulares, en la búsqueda sincera de un perfil de sociedad diferente, inclusiva, con iguales oportunidades para toda la ciudadanía, justa para todos y todas.
No hay que perder de vista esta pregunta profética del P. Xabier Gorostiaga, s.j., cuando reiteraba la pregunta: ¿Qué educación para qué desarrollo? No responder a esta pregunta supondrá elegir a ciegas un modelo educativo que únicamente sirva al interés del gobernante de turno, y no al de toda la sociedad en su diversidad. 
Ubicar el modelo educativo a los pies de intereses particulares, como en efecto sucede, impulsa a la educación a ser réplica obediente de lo que otros deciden, eludiendo el debate y argumentación críticos en el aula, convirtiendo en autómatas y apoyadores políticos inconscientes  a los actores educativos y, en definitiva, logrando que la educación sea el principal obstáculo al desarrollo humano sostenible,  por no contar con los pilares seguros de las capacidades de pensamiento independiente, autónomo, y el compromiso ciudadano con la justicia y la igualdad de oportunidades.
Despertar a esta realidad triste, exige tracender intereses partidarios de partidos, y vislumbrar que el desarrollo del país no tiene que ver con mayores ganancias de las empresas ni con el empobrecimiento de las mayorías, sino con una ciudadanía formada en sus capacidades de pensar, argumentar, cuestionar, denunciar, proponer e innovar, para lo cual será necesario un proceso que lleve al país a “revolucionar su pensamiento”. Y esto, solo con una educación diferente lo podremos lograr.
*Ideuca.