Rafael
Lucio Gil *
- 30 Marzo 2017 |
Los
resultados de la prueba Terce reflejan resultados obtenidos en los cuatro
niveles de desempeño de la prueba.
Sumando
porcentajes de estudiantes con resultados debajo del nivel 1(muy mal), en el
nivel 1(mal), y en el 2(regular), obtenemos estos totales: En lectura y
escritura de tercer grado, el total es 84.66%; en lectura y escritura de sexto
grado, 69.31%; en matemáticas sexto grado, 80%; y en matemáticas tercer grado,
87.76%. Esto muestra resultados de muy baja calidad.
Múltiples
investigaciones realizadas en diversos países han dado seguimiento
varios años en el continuum educativo, a estudiantes que no cursaron
preescolar. Todas advierten caminos sinuosos, de bajo rendimiento, repitencia y
abandono escolar. Las neurociencias muestran que, estos estudiantes, pierden
una oportunidad clave para construir su base neurológica fundamental, la que
nunca desarrollarán o lo harán pobremente en su recorrido educativo. Esto ha
animado a muchos países a adoptar políticas efectivas para lograr que el cien
por ciento de la niñez en edad acceda al preescolar.
Al
respecto, nuestra experiencia en Ideuca muestra que los estudiantes que en
primer y segundo grado no aprenden a leer y suben de grado (hay numerosos casos
en 3° y 4° que no saben leer ni escribir) no logran ser exitosos y pronto
abandonan la escuela. Aquí reside el foco de infección del analfabetismo.
Quienes fracasan y abandonan, “expulsados” por estas condiciones adversas, en
pocos años serán analfabetas, siendo los principales recicladores de la
pobreza en sus futuras familias.
Nicaragua
es multicultural y multiétnica, no obstante, sus currículos emanan de un enfoque
monocultural hegemónico, sin voluntad de diálogos interculturales, ni
sensibilidad para percibir que, en la escuela pública, la gran mayoría de
estudiantes proviene de una cultura popular muy distante de la cultura
hegemónica. Esto provoca un choque frontal silencioso, sufrido en soledad
por la niñez, entre los códigos lingüísticos de este currículum hegemónico y
los códigos lingüísticos de miles de estudiantes de la cultura popular y
étnica. Esto reclama una “ecología de saberes”, ese diálogo fructífero y
respetuoso que deben promover el currículum y los métodos de enseñanza.
La
enseñanza con nuevos métodos demanda, también, calidad humana, cercanía,
empatía y emotividad positiva por parte del docente, enriqueciendo el número de
neuronas con nuevas sinapsis y redes neuronales y ensanchando prodigiosamente
la plasticidad del cerebro. La niñez es sensible a docentes cercanos,
empáticos, animadores, facilitadores, capaces de encender la emotividad con
actividades de aprendizaje pertinentes. También el ambiente letrado del centro
educativo y del entorno familiar contribuyen a este enriquecimiento del
cerebro. Cuando este ambiente se enriquece, no con panfletos sino con estímulos
educativos, científicos, artísticos, éticos y axiológicos, de forma amena y motivadora,
se logran aprendizajes cerebrales, enriqueciendo el entramado nervioso con
redes neuronales, ampliando su capacidad cerebral.
Unido a
lo anterior, se demandan actividades de aprendizaje que reten la imaginación,
creatividad y búsqueda de soluciones, lo que generará desarrollo de capacidades
y competencias, y mayor plasticidad cerebral. No ocurre esto en las aulas; al
contrario, prevalece la repetición mecánica memorística.
El
desarrollo del país necesita desarrollos cerebrales, con aprendizajes que superen
la mera comprensión y asimilación tradicional, con capacidad para idear
soluciones con creatividad e iniciativa, y nuevas formas de aplicar
conocimientos a situaciones del contexto. Ello demanda un cambio radical de
métodos de enseñanza, con actividades de aprendizaje que reten a pensar
creativamente a buscar soluciones a problemas prácticos y contextualizados. No
resolvemos el aprendizaje con más asignaturas nuevas, sino convirtiendo el
currículum en ejes problémicos, en torno a los cuales giren conocimientos,
competencias y nuevas sensibilidades temáticas, como el cambio climático,
cultura de paz, medioambiente, emprendedurismo, etc.
Lo dicho
también nos enfrenta a un problema endémico que atraviesa el país en todas sus
venas. Se trata del déficit en fluidez, comprensión lectora y escritura madura,
que afecta los resultados en todo el entramado educativo. El hábito de la
lectura es, aún, un producto extraño. Cuando no se lee, la plasticidad cerebral
se detiene, el nivel cultural se empobrece, la capacidad de pensar y argumentar
se entorpece. El pensamiento lógico y crítico se encoge, afectando la ecología
cognitiva desde la niñez.
Necesitamos
reencantar al país, comprometiéndolo con la pasión por la lectoescritura, savia
que recorra las venas de toda la sociedad. El adultismo impide que las lecturas
no se adapten a la niñez, provocando aburrimiento en la lectura y escritura,
prefiriendo el uso de la tecnología no como medio de aprender leyendo y
escribiendo correctamente, sino para utilizar las redes como distracción.
Aprovechar estas como un medio de enseñanza y aprendizaje es, aún, un reto
educativo.
* PhD.
Ideuca.
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