Rafael
Lucio Gil, Ph.D.
IDEUCA
En
las últimas décadas los países que han previsto y logrado con mayor audacia y
éxito su desarrollo, han priorizado con cierta exquisitez, la educación de la
primera infancia. Esta previsión responde a una lógica fundamental de
desarrollo humano, más allá del simple desarrollo económico de los países.
Son las
personas el principal recurso y riqueza con la que cuentan los países, y a
diferencia de lo que se pensaba en etapas históricas anteriores, en las que ni
siquiera se preveía la importancia de la educación para la niñez en sus
primeros años de vida, en las últimas décadas sabemos que, desarrollar
políticas precisas orientadas a ofrecer una educación de gran calidad y sensitividad
a este sector, se constituye en la semilla de una mejor sociedad con una
ciudadanía más y mejor educada.
Más
recientemente las ciencias cognitivas, superando la soledad de cada una
trabajando en compartimentos estancos, han dialogado entre sí aportando nuevos
conocimientos que permiten comprender mucho más integralmente la dinámica
neurológica y cognitiva del desarrollo y el aprendizaje de la niñez en sus
primeros seis años de vida.
Estos
resultados están iluminando los caminos de la educación y la atención
psicológica y pedagógica de la niñez, aun encontrándose en su fase
experimental, pero prometiendo un cuerpo de nuevos conocimientos capaces de
provocar una auténtica revolución cognitiva, pedagógica y didáctica.
Las
investigaciones transversales realizadas en diversos países muestran que niños
y niñas que no han recibido educación o aprestamiento en sus primeros cinco
años de vida, difícilmente logran éxito en su continuum educativo, fracasando,
repitiendo grados y abandonando la escuela. Es en estos años que deben
desarrollar la estructura básica neurológica, mediante un apoyo educativo
sumamente cuidadoso, con una atención preescolar exquisitamente alumbrada por
una pedagogía del cariño y el afecto.
Por
tanto, no solo se trata de ampliar y garantizar la atención prenatal e
infantil, ni el acceso a los tres años de preescolar, sino que, además, se
requiere tomar todas las medidas necesarias que aseguren una atención de
calidad integral: cumplimiento de la normativa existente, preparación y
actualización docente, aplicación de currículum y metodologías inspirados en la
pedagogía del afecto y la ternura, monitoreo y asesoría pedagógica de las
direcciones y de las delegaciones municipales y departamentales, preocupación y
participación dinámica de padres y madres de familia en la dinámica educativa,
ambientes propicios al aprendizaje y atención, entre otros.
Un
aspecto esencial que suele pasarse por alto es que, además de poseer el o la
docente dominio cognitivo y pedagógico prácticos, requiere gozar de la salud
emocional requerida, con dominio efectivo en la gestión de su inteligencia
emocional.
Cuando
esto no ocurre, el estrés y otros problemas emocionales docentes, fácilmente
son transferidos a niños y niñas, creando un clima psicosocial perturbador con
temores y miedos, que afectarán profundamente a niños y niñas, desarrollando el
síndrome de “incapacidad aprendida”, al anular su autoestima y seguridad.
Los
medios de comunicación han referido, recientemente, un caso de maltrato en un
preescolar. Todo hace indicar que no es un hecho aislado, sino que representa
un comportamiento más habitual de lo que parece en el aparato escolar. El
derecho superior del niño y la niña, debe movilizarnos para estar atentos a
prever y rechazar todo aquello que amenace este derecho, en los planos físico,
psicológico y emocional.
En esta
lucha integral por los derechos de la niñez y adolescencia, padres de familia,
directores de centros, asesores pedagógicos, autoridades educativas y medios de
comunicación no debemos claudicar. A la vez, se requiere liberar estos hechos
de motivaciones periodísticas amarillistas que desenfocan los problemas
centrales de este derecho, y eliminando cualquier intento que pretenda vender
noticias a costa de tales tratamientos contaminadores. Este es ejemplo de lo
que pudiera estar ocurriendo en las aulas en este y otros niveles educativos.
No perdamos tampoco de vista que hay docentes de niveles superiores que
resienten maltrato de sus estudiantes.
Managua 26
Marzo 2015