Rafael
Lucio Gil IDEUCA
Con mucha
frecuencia, instituciones y personas se refieren a la importancia que tiene
aprender. En contraste, otros centran su interés en la importancia que tiene
enseñar. En el centro de este cruce de visiones se encuentran quienes se
preguntan ¿servirá de algo enseñar, si no se aprende?
Las tres posiciones
se dan en los diferentes subsistemas educativos. Lo cierto es que, el énfasis
en la enseñanza, continúa cruzando la práctica del quehacer educativo. En el
fondo, tal persistencia protagónica, parte del supuesto que toda enseñanza conlleva
al aprendizaje. Tal supuesto, hace tiempo, que la psicología del aprendizaje y
las neurociencias lo han desmentido.
Esta lógica
eficientista hace que se desvirtúen actividades docentes que, en su origen, se
centraban en el aprendizaje. Los TEPCES, por ejemplo, representan una magnifica
estrategia que, al correr del tiempo, ha trasladado este centro de interés, a
hecho que los docentes se dediquen a unificar y compartir(copiar) la
organización de los contenidos a enseñar. Son muchos los ejemplos similares en
los subsistemas educativos. La razón de fondo pareciera ser, que continúa
persistiendo la lógica de que el protagonismo educativo lo tiene el docente que
enseña y no el estudiante que aprende.
Mientras el
objetivo central práctico no llegue a ser el aprendizaje del estudiante, se
hará virtualmente imposible que, quienes enseñen, logren mejorar su calidad. En
cambio, cuando el aprendizaje es el objetivo que persigue todo el quehacer de
la educación, en sus resultados se podrán identificar los cauces que orienten
actuar en dos frentes simultáneamente: por una parte, autorregulando mejor lo
que se enseña y cómo se enseña; y por otro, facilitará las ayudas que el
docente pueda orientar, para que el estudiante supere los obstáculos que
encuentra para lograr un aprendizaje de calidad, mandato de toda evaluación
formativa.
Pero no podemos
contentarnos con lograr aprendizajes. Es necesario que éstos superen el
aprendizaje mecánico, tan en boga, sin significado ni comprensión alguna. A
este respecto, el currículum básico nacional demanda un aprendizaje con comprensión
y significado, útil y aplicativo, lo que aún no se logra en la práctica del
aula.
Lograr aprendizajes
como fruto de la comprensión y construcción de significados, exige como
condición imprescindible, una enseñanza regida por métodos constructivistas y
no tradicionales. Mientras estos últimos insisten en la memorización mecánica
sin comprensión ni aplicación práctica, los métodos constructivistas se rigen
por los principios aportados por la psicología cognitivista y el
constructivismo. Cumplir estos principios demanda que los métodos de enseñanza desarrollen
estos procesos:
-El sujeto que aprende
se deberá enfrentar, en su aprendizaje, de manera activa y selectiva con el
objeto de conocimiento.
-Tanto el proceso
de aprendizaje como sus resultados, dependerán de los conocimientos previos y
experiencias anteriores de quien está aprendiendo, y de que éstos sean tomados
en cuenta.
-Los aprendizajes
resultarán significativos para el que aprende, en tanto los pueda estructurar y
organizar de acuerdo con sus conocimientos previos. Partir de estos presaberes
es condición necesaria para construir aprendizajes.
-En el proceso de
aprendizaje el sujeto va construyendo, de forma progresiva, nuevas estructuras
mentales, cada vez de mayor complejidad y de nivel superior, siempre a partir
de las estructuras anteriores menos desarrolladas.
-El que aprende
tiende a construir nuevas estructuras de conocimiento, en la medida que
constata la insuficiencia de las estructuras anteriores.
-Aprender es el
resultado siempre de una actividad cognitiva autoestructurante, no un simple
proceso de recepción pasiva de nuevos conocimientos.
-Aunque el sujeto
que aprende es el constructor de su propio aprendizaje, está condicionado tanto
por variables internas como externas.
En los resultados
que se aprecian en niños, niñas y adolescentes en cuanto a su aprendizaje,
sobresale un elevadísimo porcentaje de aprendizaje mecánico. Por tanto, es de
vital importancia para el desarrollo su personalidad y competencias, que el
aprendizaje que se promueva en todos los subsistemas y niveles, implique una
auténtica construcción de significados y comprensión. Precisamente la
comprensión representa la primera de las tres condiciones para lograr cualquiera
de las competencias curriculares: comprendan lo que aprenden, pliquen útilmente
dicho aprendizaje, y generen con los aprendizajes alcanzados nuevos saberes.
La matriz de origen
para fortalecer las rutas de la comprensión en el aprendizaje, radica en la
forma cómo se está enseñando la lectoescritura. Resultados de la aplicación de
la Prueba EGRA revelan que, la enseñanza
de la comprensión de la lectoescritura, es el eslabón más deficitario. Esta
problemática nacida en los tres primeros grados, se reproduce y profundiza en los demás niveles educativos.
En conclusión,
abordar con responsabilidad y firmeza el tema de la comprensión de lo que
aprende el estudiantado desde los primeros grados, asegura construir las rutas
de la calidad del aprendizaje en el continuum educativo.